LOS NORMALES - 18. Vengo para entender qué me pasa con Humberto



5 de Agosto. 

Sueño. Estoy en el casamiento de una amiga en común con Humberto, que solo existe en este sueño. En realidad no me queda claro si es amiga suya o de su novia. De repente estoy sentada con Humberto en un sillón, en un patiecito ambientado Pinterest y se nos acerca la que se casa.

Es cuarentona y yo siento un poco de angustia porque se está casando a los 40, lo veo innecesario y puro gasto de dinero que termina mal, pero no opino nada y sonrió. La que se casa nos pregunta cómo la estamos pasando y le pregunta a Humberto por su mujer. 

Su mujer no está. Se fue de viaje o de gira. No sé bien. De repente la novia de Humberto es actriz y hace teatro girando por todo el país.

La que se casa se va y Humberto me pregunta: “¿Por qué el otro día no cenaste en la reunión con tus amigas asumiendo que ibas a garchar?”

Me quedo muda y agrega: “Mirá que no hay obligación de garchar siempre eh”

“No boludo, ya se, pero sabía que iba a pasar en algún momento y bueno preferí no cenar así estaba livianita”

“No bueno pero no es que siempre que nos veamos tengas la obligación de coger eh”

“No boludo, pero yo quiero” 

Nos quedamos mirándonos fijo.

Le repito “Yo quiero, boludo”

Me dice algo más pero no le entiendo porque me habla bajito y se me va tirando encima en cámara lenta. Estamos boca con boca y le digo “Boludo pará, que está tu socio” 

Se distancia. Nos quedamos callados y vemos a lo lejos la fiesta que sigue sin nosotros.

Suena algo que creo que es Jazz y me dice “¿Sabés qué? Vos pertenecés a la clase de minas que yo ni en pedo puedo dejar pero que terminan dejándome porque”

Me despierto.

Hago fuerza para recordar qué me dijo ¿Por qué lo dejaría? No puedo acordarme. ¿Dijo “Porque se aburren”?

Decido que dijo eso aunque no me dijo eso, pero necesito darle un cierre al sueño. 

De golpe siento como un rayo de verdad absoluta que me atraviesa. Entiendo todo. 

No acabo con Humberto porque sé que coge sin quererme y yo ante todo necesito sentirme querida como ser humano. No es que necesito amor de pareja, pero no puedo coger con alguien que no me quiera. 

Bueno, sí necesito amor de pareja pero no necesariamente necesito estar en pareja. Es eso. Como no le puedo preguntar si me quiere o no me quiere, no acabo. O sea, le puedo preguntar, pero me va a decir que no, que no me quiere; entonces prefiero no enfrentar la realidad. 

Aunque por cumplido me diría que sí, que me quiere. Pero yo no le creería porque sabría que sería políticamente correcto.

Qué bronca no poder ser más simple y acabar con quien quiera bajo cualquier situación emocional. 


18:30. Mensaje de Humberto.

No me sorprende, porque soñé con él, entonces lo atraje por telepatía.

Chequeo mensaje y es sobre laburo. Que se necesita sí o sí una reunión urgente con todos.

Lo quiero ver, obviamente, así que le respondo todo que sí, pero le insisto con vernos en el bar de la vuelta de mi laburo, así la pelota está en mi cancha.

“No, venite acá dale que tengo todo en la compu” 

Bueno. Pero no vamos a coger. 


Llego. Me abre el socio que me saluda y se va. 

Bueno, no tiene por qué pasar algo. 

Pasamos una hora reunidos viendo archivos en la compu y tomando café.

Llamo al asistente del cliente desde mi teléfono, se lo paso a Humberto. 

Hablan dos minutos, me lo pasa de nuevo. Humberto me dicta un mail. Algo pasa con el dropbox que no nos llegan los archivos.

Laburamos un rato más. Se termina el café y me ofrece más.

Viene de la cocina con nueva carga de café y en vez de sentarse en donde estaba se sienta al lado mío. 

Ay. Me desarma la defensa psíquica y física si se pone tan cerca.  

Deja el café y me da un beso en el cuello. 

“Bueno ya está, ya trabajamos”

En un segundo y medio estamos chapando, no volqué el café de pedo.

Nos tiramos en el piso y me saca el pantalón. 

Hacemos la rutina de la lucha por la ropa.

Como siempre quiero estar más tiempo vestida de lo que él quiere que esté vestida y como siempre gana él, porque yo perdí autonomía desde que se sentó acá conmigo.

Cogemos y mientras cogemos paso por dos momentos de casi acabar. 

Acaba él y siento que quiere que me vaya inmediatamente de acá.

¿Qué me pasa realmente con este pibe? ¿Qué parte de este pibe me gusta? 

No logro entenderme, no logro entender la relación, no logro entender a Humberto. 

Vengo para entender qué me pasa con Humberto y nunca entiendo qué me pasa con Humberto, pero sigo viniendo.


Me doy cuenta de que se fue a la cocina y veo de refilón que está comiendo medialunas. ¿¡Otra vez no convida?! ¡¿Qué le pasa?!

Las ganas de comer medialunas hacen que me pare y me vista en un segundo. 

Entro a la cocina. “Che boludo ¿qué te pasa por qué no convidás?”

“Ay no, boluda, pensé que te estabas cuidando”

¿¿¿¿ME ESTÁS DICIENDO GORDA????

“¿Cómo cuidando? ¿Por qué decís eso? No entiendo”

“Te ofrecí cuando llegaste y me dijiste que te estabas cuidando”

Ah. Es cierto.

Pasa el gato que tienen acá y me da un poco de asco porque se me pega a la pierna y se refriega. 

“¿Ay qué le pasa al gato éste?”

“Viste. El gato es como sus dueños, SE QUIERE GARCHAR TODO LO QUE CAMINA”

Ay Humberto gracias por recordarme lo compulsivo sexual que sos.

Le sonrío y agarro el bolso. 


Salimos, nos saludamos con beso en el cachete y paro un taxi.

Me subo al taxi y siento que tendría que haberle dicho algo. No un reclamo, pero ALGO. ¿Por qué me deja pensando en él cogiéndose a otras minas?

A mil minas. No es necesario que haga eso.

En mi mente le digo al taxi que pegue la vuelta y que volvamos al punto donde me subí. 

Mensajeo a Humberto, en mi mente, y le digo “Che te llamo un minuto para hablar” 

En mi mente Humberto me responde “Claro” y yo lo llamo. 

En mi mente le digo llorando que estoy mal y que necesito volver a coger. 

Humberto me dice “Venite”. 

Voy, llego en un segundo, entro. 

Me tiro en el sillón a llorar pero no me queda la cara deformada, quedo re linda y maquillada a pesar del llanto. 

Humberto en mi mente me pregunta “¿Qué te pasa Fer?” y yo le respondo “Nada”. Cogemos en mi mente y acabo. Termina todo y me suena el teléfono. Es Roberto que quiere volver conmigo. Discuto en mi mente con Roberto, desnuda y con el cuerpo tonificado, en el living de Humberto, mientras Humberto me hace caricias en el pelo.

Bajo del taxi y entro a mi casa.