Los Normales - 15. Al final dejo de resistirme.

 





24 de Junio. 


Lo que estamos haciendo es cualquiera.

Somos dos drogadictos y esta droga no la podemos dejar.

Estoy transpirando. No puedo más de la ansiedad. Creo que tengo la presión baja. Estoy comiendo como una animal y la mina que me entrena martes y viernes está embarazada. 

Me tiene que venir, es mi día 28.  

Es al pedo mandarle un mensaje. Me duelen los ovarios.

Miro mil veces el nombre Humberto en contactos. 

Trato de hacer control mental pero como me duele la panza, no le pido a dios que me llame. Solo lo miro.

Pasa un rato y me suena el celular.

Mensaje de Humberto. 

Era obvio. Re natural siento esta telepatía.

“¿Estás por Caballito?” 

No. “Estoy llegando justo a esa zona” le invento.

Le mando screenshot a Sole.

Sole: “¿No era que no ibas a verlo más? ¿Para qué le respondes boluda?”

“Bueno, voy, lo veo y le digo que no y listo. O sea, nos podemos ver y no por eso coger. Que respete mí NO”

“Igual si vas y le decís que NO, explicame para qué vas, si solo te ves con él para coger”


Llego a Caballito y me siento en un bar. Aún no volvió a escribirme. Capaz me cancela.

Me pido un café y una medialuna con jamón y queso. No puedo más de este ataque de ansiedad.

Estoy merendando y de golpe miro para la calle porque sí, ni sé por qué miro y veo a HUMBERTO.

ME ESTÁS JODIENDO. Humberto pasando por la puerta del bar. EN ESTE PRECISO MOMENTO.

Salgo rápido y le grito: “¡Ey!”

Frena y nos miramos. No logro descifrar cara de qué tiene. Se sorprende, pero no entiendo si es cara de sorpresa grata o ingrata. 

Capaz le molesta, capaz piensa que soy la de Atracción Fatal, que lo persigo.


Me saluda con un beso en la cara y me dice: “Venite después eh” 

“Dale, dale” le digo y él sigue caminando rápido.


Le escribo a Sole: “Boluda me lo acabo de cruzar, me dijo que fuera. Debería irme porque no tiene futuro esta relación”


Me quedo una hora más haciendo tiempo. No arreglamos horario concreto pero me parece que una hora está bien.

Lo mensajeo: “Estoy”

Está la portera así que me deja pasar.

“Subo” le escribo.

Me abre la puerta. 

“Hola”

“Hola” 

Se sienta y yo me siento en una silla re lejos de él. 

Charlamos. El laburo, el cliente, el viaje, boludeces.

Es la primera vez desde que empezamos esta especie de relación, que pasamos más de media hora hablando.

Bueno ya está. Mejor, vine a charlar y después me voy. Podemos ser amigos tranquilamente. 

Igual cualquiera yo acá.

Le digo “Me voy” aunque no me muevo de la silla.

Se da vuelta y me dice: “¿Qué? No, pará ¿adónde te vas? Te quedás boluda, dale”

Sigo sin levantarme pero le insisto: “Y me voy, me voy, me siento mal, me duele todo”

Se me acerca y me dice “Dale, vayamos al sillón que te hago unos masajes”

“No no en serio me siento mal, me tiene que venir”

“Dale vení” me tironea de un brazo y me hace sentar en el sillón.

Se tira al lado mío y muerde un pedazo de chocolate. Me ofrece.

”No no, me siento re mal”

Termino de decir ‘mal’ y se me tira encima pero más despacio que las últimas veces, se ve que está considerando ser más suave por mi dolor de ovarios.

No me entiendo igual, si no quiero coger ¿para qué vengo? 

Me da besos en la boca y en el cuello. 

Lo saco. “No boludo en serio no quiero hacer nada hoy, dale”

Seguimos chapando e intenta sacarme la ropa.

“No dale boludo, posta, frenemos”

Se saca la remera y me refriega el pecho. 

Hace esas ridiculeces Humberto a veces. Las llega a hacer otro y vomito pero a Humberto no sé por qué se la dejo pasar.

Al final ya no me resisto y me lo chapo. 

Siempre me desarma la voluntad. Es un hijo de puta. Pierdo la poca cordura que tengo por este forro. LO ODIO.

Se queda en ropa interior y me baja el pantalón.

Me lo subo y le digo: “No. Me quedo vestida”

No le importa nada lo que le digo y me mete la mano adentro del pantalón.

Le saco la mano y le digo “Dale, boludo no quiero”

“Dale, no seas pajera, cojamos un poco”

“No, dale, capaz me vino”

“No importa boluda, cojamos”

“No vamos a coger boludo, basta, vamos a hacer lo que yo quiero, no lo que vos querés”

Me dice todo que sí mientras me saca las zapatillas.

Manotea un forro y le digo “No no no no no no NO VAMOS A COGER”

Le digo esto porque no quiero coger pero al mismo tiempo quiero coger. 

Necesito que se me aclare el deseo.


Seguimos chapando.

Capaz mi deseo de no coger, responde a que quiero sentir que estoy dominando la situación. Pero con Humberto NUNCA PUEDO DOMINAR. Es como un jefe.

Se pone un forro, me agarra de la cadera y lo saco. 

Me da nervios. ¿Mirá si otra vez me pongo a llorar? 

“No, dale, me da miedo que me pase lo del otro día”

“No te va a pasar lo mismo” 

¿Qué se hace el que sabe?


Cogemos.


No disfruto nada porque pienso en el dolor de ovarios. 

No es que me duelan tanto, pero como me aparece de nuevo el miedo a quedar embarazada, fijo mi atención en los ovarios. 

Tengo miedo de tener el deseo oculto de ser madre y que ese deseo provoque la pinchadura del forro.

Lo saco y seguimos chapando y tocándonos pero ya no lo dejo coger-coger de nuevo.

Pasan 3 minutos y Humberto acaba. Se tira al piso y queda acostado agitado.

Me levanto rápido y me pongo la ropa. 

Él también se levanta, se viste y se sienta en el sillón. 

¿Qué es esto? ¿Qué es estooooooo? 

Quiero tirarle todas las preguntas a Humberto, pero no va a querer responderme. Se va a malhumorar.

“¿Qué onda, esto va a ser así siempre? Aunque yo crea que voy a dominar la situación ¿al final vos me vas a convencer?”

“Sí. Si está bueno, boluda”

¿Sí? Ay no sé.

“Si, pero ¿qué onda? Esto es como una droga, porque si vengo me vas a intentar coger siempre, entonces directamente evito venir”

“Bueno igual hay que dosificarlo. Bah igual ni da hablar de esto, porque es como un proto planteo”

Dosificarlo. ¿QUIÉN SOS?

“No no no, planteo no es eh. No te voy a plantear nada” 

“No no ya sé, es como el anti planteo esto” 

Paremos acá porque esto termina mal. 

“Sólo digo que si vamos a terminar haciendo lo que vos querés, entonces si me voy a tentar y justo ese día no quiero tentarme, directamente no vengo. Eso” 


Me paro y digo “¿Me llevás hasta Honorio? AY NO DALE FER ME TENGO QUE IR” 

Estoy sin filtro hoy.

“Dale, te llevo, si justo tengo que salir”


Entramos al auto hablando del auto. Lo cambió. Se compró otro.

Nos ponemos a hablar de modelos y marcas, y de golpe me dice: “La otra vez cené con una mina y ella había tomado un poco, entonces me dio su auto para que lo maneje y…”

¡¿QUÉÉÉÉÉ?! ¡¿CÓMO?! ¡¿CENÓ CON UNA MINA?!

¡ESTÁ COGIENDO CON OTRAS! ME ESTÁ AVISANDO QUE ESTÁ COGIENDO CON OTRAS. LO ODIO. LE QUIERO HACER UN ESCÁNDALO. 

¿Dijo mina o amiga?

“¿Una amiga? ¿Una mina? No entendí”

“Sí, sí. Una mina. A las mujeres les encanta verte manejar su auto” 

ME ENERVO. Dice “las mujeres”como si yo fuera un pibe.

¿¡Por qué mierda me está diciendo ésto?! 

¿Quién es ESA MINA? 

Estoy a punto de colapsar pero no quiero hacerlo delante de este PEDAZO DE FORRO QUE SE COGE A TODO EL PLANETA.


Llegamos. Le digo “Chau” sin darle un beso y me bajo. 


Estoy como el orto. Quiero retroceder y hacerle un planteo.

¿¡Así que saliste el otro día con una mina/amiga?! 

¡¿¡¿Y para qué me lo contás?!!??!!? ¿¡¿¡Para decirme, sin decirme, que estás con otras también?! ¡Que además de tu mujer y de mí te cogés a veintemil más!

Y si es así ¿por qué NECESITÁS que lo sepa? Imbécil guardátelo.

El odio que tengo.


No me puedo dormir. No puedo mirar tele, no puedo jugar al Candy Crush, no puedo llamar a ninguna de las chicas. No puedo mandarle un mensaje a Sole porque no sé cómo resumir todo esto. Tampoco puedo mandarle un audio, porque voy a llorar a los gritos. 

Odio a todos. Odio a Humberto, odio a la mina/amiga con la que salió a cenar, odio que le haya manejado el auto y odio que se crea que la tenga tan clara sobre los gustos de LAS MUJERES. 

¿Qué te hacés el Don Juan, pelotudo? ¿¡Qué sabés lo que quieren las mujeres?! 

Me siento en la cama, agarro el teléfono y scrolleo chats de watsapp.

Está Juan Cruz conectado y le cuento lo que pasó. 

Le miento y le digo que le pasó a una amiga. 

Le relato todos los hechos: lo de la mina/amiga, la cena, el auto, y le pregunto: “Mi amiga me preguntó por qué el pibe le dijo todo eso”

Juan Cruz responde: “Es obvio que el flaco le está avisando a tu amiga que coge con otras” 

LA PUTA MADRE.

“Sí sí mi amiga ya sabe” 


No puedo conmigo misma. ¡¿Para qué me dijo que va a cenar con minas?!

No entiendo. Si la otra vez me dijo que ésto que hacíamos no lo hacía con cualquiera, que lo hacía solo conmigo. ¿Por qué carajo ahora me cancherea?

¿Qué, ahora sí está cogiendo con otras minas?

Qué bronca.

Lo odio pero a la vez no entiendo qué me molesta. O sea, me molesta que me diga que se coge a otras de esta manera tan solapada, pero no tiene por qué no coger con otras. 

BUENO PERO ME MOLESTA.

Le quiero decir algo. No sé, que la próxima se lo ahorre. No eso no.


Agarro el celular y escribo: “¿Estás despierto?”

Borro antes de enviarlo. 

Elijo el emoji de la carita con anteojos. 

Borro antes de enviarlo.