LOS NORMALES - 16. Se me activa la insegura que mendiga cariño.







15 de julio.

Sueño con Humberto. En el sueño nos tiramos a ver una película con poca ropa. Yo estoy en shortcito y Humberto está en calzoncillo. No me importa estar en short porque en el sueño tengo las piernas largas y flacas.

En el otro sillón está Sole. 

De golpe entra la novia de Humberto con el bebé a upa y yo me quiero matar. Nos mira, se sonríe y se va sin hacerse problema. Miro mi teléfono y tengo una notificación suya: me likeó una foto en instagram.

Eso me pone nerviosa, lo miro a Humberto y él me dice “Boluda, tranqui, tenés que disimular, está todo bien, somos amigos y estamos mirando una peli. Fue”

Me parece una pelotudez lo que dice.

Boludo estoy en shortcito y vos en calzoncillos.

Y cuando estoy a punto de discutir, me despierto.


Se hacen las 22:00, miro el celular y no hay mensajes. 

Cero señales de Humberto. 

Era hora de perder los poderes. Ya no va a llamarme cuando se lo diga con la mente. 

Tal vez me funciona cuando no quiero verlo pero como estoy desesperada por verlo, no se me activa el poder. 

22:05

Mensaje de Humberto.

Ayyyyyyyyyyyyyyyy.

Desbloqueo la pantalla del teléfono para abrir el mensaje de Humberto pero cuando estoy haciendo eso me aparece ROBERTO en la pantalla y como toco todo, atiendo el llamado. Uy la puta madre.

“Hola Fer ¿estás en casa?”

“En MI casa, sí”

“¿Vas a salir? Porque estoy abajo ¿puedo subir? Estoy mal”

¿¡PERO QUÉ ES ESTO!? 

“Ehm… subí dale”

No me devolvió las llaves nunca. No se llevó sus libros, ni su ropa, ni nada de todo lo que dejó.

Corto y leo el mensaje de Humberto: 

“¿Qué onda nena? Acabo de liberarme, te tendría que mostrar el pdf ese”

Ay dios. 

Golpean la puerta.

Le abro a Roberto y me parece que está medio en pedo. 

Se sienta en el sillón, se saca las zapatillas.

“Vení boluda” me dice.

“¿Qué te pasó?”

“Nada. Mi viejo, es un hijo de puta boluda. Fui a la casa a verlo porque hacía mil que no lo veía, y me dice, sentate, charlemos y me tiro un sermón de dos horas en que…”

Roberto se pasa veinte minutos contándome la maldad que tiene su padre con él.

Le digo “Bancame un segundo” y me levanto a buscar el celular.

¿Será una señal esto? ¿Será que no tengo que ver a Humberto?

LA SEÑAL es esta relación. NO ME CONDUCE A NINGÚN LADO.

Bueno Roberto para el caso tampoco me conduce a ningún lado, pero estoy permitiendo que siga acá llorando y yo haciendo acción social con él. Para variar. 

ES UNA SEÑAL.

Hace frío. No tengo que salir corriendo cada vez que a Humberto se le ocurre verme. Que se banque su ninfomanía.

Le escribo: “Mañana sería ideal” 

“Vemos cómo viene el día. Hablamos mañana. Saludos” 

Siento que se enoja porque no salí corriendo y se me activa la insegura que mendiga cariño.

“Ok mañana tipo 8 estoy por Caballito, te aviso”

“Vemos” 

Ese ‘Vemos’ es que quedó enculado porque no se hizo lo que él quiso.


Vuelvo a sentarme al lado de Roberto que me habla sin parar llorisqueando y yo no logro escuchar una sola palabra. Solo pienso en que si Humberto se enojó no me va a querer ver más. Y yo quiero coger con él. ¡¿Por qué no salí corriendo y que Roberto le vaya a llorar a sus amiguitas?! 

Le vuelvo a escribir a Humberto: “¿Pero podés mañana o no, honesty?” 

No me responde nada.

Estoy haciendo todo mal. Roberto me distrae, no me deja pensar bien la estrategia. ¿¡Cómo le voy a escribir todo eso!? ¡Qué horror! Igual lo dejo. 

Peor es borrarlo.

Revoleo el teléfono y me enojo conmigo. ¿¡Cómo puedo ser tan pelotuda!?


Cuando Roberto termina de llorar pido una pizza.

ESTE FORRO SIEMPRE ME HACE ENGORDAR.

No cogemos, obviamente. 

Roberto definitivamente me dejó de gustar y últimamente la idea de coger va de la mano de Humberto y de nadie más. 


Me levanto y Roberto ya se fue. 

Me voy a depilar y no está Marta. Está Romina que es la yegua que te quema.

Salgo con todo colorado y me da vergüenza que Humberto se de cuenta de que me depilé recién, porque va a ser obvio que me depilé por él.

¿Mirá si además de quemarme, me contagié algún hongo? Esa cera no estaba nueva. 

Le escribo a Vero y le cuento lo de la depiladora y lo del posible hongo.

Me responde al toque: “Pensá por qué todo lo que hacés POR o CON Humberto, tiene que tener un cierto ‘castigo’ Fer, todo lo digerís como sucio, impropio, indebido, ilegal y ¿por qué? Porque está casado y tiene un pibe, y eso para vos está mal. No digo que esté mal objetivamente, pero A VOS te pesa por como sos. Eso es Fer, no es un hongo” 

Lloro.

Me llega mensaje de Humberto: “Creo que sí podemos vernos, pero tal vez llegue un poco más tarde a lo de mi amigo. Antes de las 9”

Lloro.

Respondo “Dale”

Listo. Nos vamos a ver. Qué alegría, pensé que me odiaba. 

Ahora creo que ya no quiero verlo, sólo quería saber que no me odia y que quiere verme. Con eso me alcanza.


Entro a un local a ver ropa y se me va la señal del celular.

Chequeo la hora y veo que todavía tengo tiempo, así que tiro el celular en la cartera y me quedo como una hora.

Salgo, paro un taxi y le doy la dirección del estudio del amigo de Humberto. 

Ay qué boluda la felicidad que siento solo por el hecho de que lo voy a ver.

De golpe veo que tengo un mensaje sin leer de Humberto.

“Se me complicó al final ¿qué te parece si lo pasamos? Sorry”

Miro la hora y es de hace media hora. La concha de la lora ¡no! ¡No, no, no, no!

Quiero seguir siendo feliz. 

Le escribo “Buu estoy llegando ¿me vuelvo a casa?”

Nada. Diez minutos, nada. Quince minutos, nada.

Bueno listo, ya fue. Mejor, mejor. Así no voy, así no lo veo, así no cogemos.

No tengo que coger con él y ésta es OTRA SEÑAL. Como la de ayer. Dos señales seguidas de que coger con este pibe NO LE CONVIENE A MI SALUD MENTAL.

Le digo al taxista que frene, pago, me bajo y me llega mensaje de Humberto

“¿Vos estás por acá?”

Ayyyyyyyyyyyyy sisisisiisisis ¡¡veamonos veamonos!!

“Sí, a dos cuadras”

“Venite. Pero apurate”

Estoy a cinco cuadras no a dos y ya quiero irme sin haber llegado.

NO LO SOPORTO cuando está apurado. ¿Quién carajo se cree que es?

No me banco tener que ir coger un minuto y medio y salir corriendo. 

Es más lógico dejarlo para otro día. 

Ves boluda que el dueño de todo esto es él. Vos sos una MOMIA. 

No tenés personalidad. Estás a un paso de dejarte maltratar y decir “Ay bueno es que yo lo amo”. O sea, no sos maltratada físicamente porque a Humberto se ve que no le cabe pegar, pero estás a esto eh A ESTO.

Bueno basta basta basta basta basta basta. Callate. Dejame coger en paz.


Llego. Toco timbre. Pasan 2 minutos y abre la puerta.

Me mira de arriba abajo y nos saludamos con un beso. MILAGRO.

En el ascensor hablamos. MILAGRO 2.

Entramos y me siento en el sillón. 

Quiero estar relajada pero sé que Humberto está contando los minutos para abordarme, lo siento en el aire.

Corro la cartera del sillón y cuando vuelvo a mirar lo tengo encima.

Nos damos besos desaforadamente,como si estuvieramos comiéndonos. 

Pasan dos segundos de besos y cogemos.

Cogemos acelerados como si estuviéramos apurados pero en realidad es Humberto el único que está apurado. 

Cogemos unos minutos más rápido y porno y acaba. Obviamente yo no.

Me visto lento pero no me doy cuenta de que me estoy vistiendo lento hasta que veo que me mira fijo.

“¿Estás apurado?”

“SÍ MUCHO”

En el ascensor me dice “Si querés te dejo en la parada”

¿Por qué no puedo acabar con él? ¿Será un simbolismo y en verdad quiero terminar la relación y por eso no “termino”?


Frena el auto, le digo chau y me bajo. Sin beso, sin nada. 

Esto así no puede seguir.