LOS NORMALES - 19. Vos sos de esas minas que yo ni en pedo dejo.



25 de Agosto.

Sueño que estoy con Humberto. Le digo en el sueño que el otro día soñé con él. Me pregunta: “¿Qué soñaste?” y le cuento la parte de “Vos sos de esas minas que yo ni en pedo dejo pero que a la larga me dejan porque se aburren” y le digo: “Algo así decías, sé que no terminaba así pero en el sueño le doy ese final a la frase”

Ni me confirma ni me niega lo de ‘se aburren’ y nos quedamos callados comunicándonos con la mente.

Con la mente le digo: “Ya sé que vos querés decirme que me querés y que te encanto, pero que no podés porque sos frío y patológico.Te entiendo, no te voy a pedir nada, quedate tranquilo” 

Humberto se sonríe y me despierto.


La mujer de Humberto lo etiqueta en una foto con el hijo. En el texto de la foto dice: “Pa apurate con el trabajo así nos vemos” como si el que hubiera escrito el posteo fuera el nene.

Termino de leer “así nos vemos” y me suena el celular. 

Miro y tengo mensaje de Humberto: “Hoy estoy libre tipo 7 ¿nos vemos?”

Le respondo “Dale” aunque la teoría dice que tengo que hacerme rogar un poco y no hacérsela tan fácil;  no puedo y me pongo la excusa de que la vida es corta y que por ahí mañana me pisa un auto. Pero en realidad no puedo decirle que no porque soy su súbdita, vincularmente hablando.


Me subo a un taxi y el tránsito es un quilombo. De golpe el taxista clava los frenos porque se nos cruza un pelotudo en bicicleta y nos chocan de atrás. 

Grito. El taxista grita: “Este hijo de puta lo hizo a propósito” y se baja.

Se putea con otro que también se bajó y yo me quiero matar.

Tengo taquicardia por el choque y por estar llegando tarde al encuentro con Humberto.

En un segundo se arma un embotellamiento cinematográfico que me impide tomarme otro taxi y rajar.


Cae la policía. 

Le mando mensaje a Humberto: “Estoy unos veinte minutos tarde”

La cana me toma los datos y yo me pongo paranoica. No quiero que me enganchen como testigo.

Aprovecho que están tomándole los datos al taxista y salgo corriendo.

Ay dios mío me va a dar arritmia. 

Doblo y bajo la velocidad. 

Camino cinco cuadras hasta que se descongestiona y me puedo subir a otro taxi. 

Miro el celular y tengo mensaje de Humberto: “¿Pero a qué hora estarías?”

Siento que quiere cancelar y le digo al nuevo taxista que estoy apuradísima. Uy no le pagué al primer taxista.

No chequeo celular en todo el viaje y llego a su puerta 45 minutos tarde.

Que se joda. Él me hace venir de la nada sin poder decirle que no.


En el ascensor no hablamos. Entramos y me siento en el sillón. 

Hay café. Me quedo dos minutos sentada mirando la cafetera en la mesita dudando y se me viene encima.

Chapamos y al toque empezamos a coger, así muy típico suyo, ya me saca la ropa, ya cogemos. Ya todo. En un punto me alegro porque estoy apurada. 

De repente en el medio de todo el porno que estamos haciendo me dice: “Mirá como me ponés” y yo leo un subtitulado en mi mente que dice TE AMO BOLUDA, TE AMO.

Todo tergiversa mi psiquismo.


Paso cinco minutos en el estado de estar por acabar y de golpe Humberto acaba.

Yo quedo en el limbo. Colgada afuera de mi cuerpo. 

Pienso en esto. En estar acá con él desnudos.

Algo tiene que pasar acá, no puede ser solamente coger. ¿O sí?

No me doy cuenta y le estoy acariciando la pierna, pero cuando lo registro, paro.

Saco la mano y de golpe me vienen unas ganas incontrolables de llorar. 

Ay no no no no no no no. Lloro. 

Otra vez el papel de Andreita del Boca, pero no puedo parar de llorar. 

Me seco las lágrimas y siento que le tengo que dar una explicación.

“Mi cuerpo se confunde y en vez de tener un orgasmo, llora, pero es como una cosa del cuerpo, eh”

Se levanta, se pone la ropa interior, el jean y agarra la remera, todo sin decirme nada. Se mete en el baño.

Me visto rápido porque estoy apurada pero justo que yo tengo que irme rapidísimo, él está lento. 

El desencuentro constante es esta relación.


Desaparece. 

Pasan como quince minutos y nada.

Al final, se abre la puerta y le digo: “Uh boludo dale estoy re apurada”

Me baja a abrir. Nos saludamos con un beso en el ascensor porque justo sale un tipo que me deja la puerta abierta y le tiro un “Nos vemos” 


Salgo y quiero volver. 

Qué desgracia, me re gusta este pibe.


Sueño de nuevo con Humberto. 

Estamos en un petit hotel y nos re cuesta encontrar un lugar para coger. 

En el edificio hay mucha gente que nos conoce, no entiendo de dónde y yo le digo “Guarda que ese le puede contar a tu novia”

El me dice: “Me encantás” al oído pero me parece que son dos sueños superpuestos porque él está re calmo con el hecho de que lo vean y yo soy la nerviosa. 

Me despierto.


Pasan 5 días de la última vez que nos vimos y quedé aun en mood de coger. 

Algo tengo que hacer. Le quiero escribir pero no pasó ni una semana. 

Le escribo a Juan Cruz “¿che nos vemos?”


Estoy la oficina de Juan Cruz y hablamos de laburo. Me hace café y nos vamos a la sala de reuniones. Abre un Pdf, me cuenta cosas de su laburo. Mucho no me interesa y mensajeo al socio de Humberto inventándole que necesito una data, pero sólo para ver en qué momento puedo preguntarle si tiene noticias suyas. 

Se asoma una de las chicas de administración y saluda. 

Se va casi media oficina y Juan Cruz se sienta al lado mío.

Le toco la boca y se sonríe pero me sigue hablando de laburo. 

Con Juan Cruz puedo ser histérica.

Se pone a hablar por teléfono y yo aprovecho para mandarle un texto al socio de Humberto: “¿Che Humberto se fue, no?” pero esperando que me diga que NO me dice “Sí, sí, tenía que ir a cerrar el deal con esos clientes”


Juan Cruz da play a un video de una investigación sobre algo que ni idea y mientras me traduce lo que dicen, le hago caricias en la panza. 

Me habla y me mira la boca pero no hace nada. 

Cero beso, cero coger. Es el opuesto a Humberto, Juan Cruz.


Estoy volviendo a casa y en el subte stalkeo el instagram de Humberto. 

Confirmo que está de viaje. 

Hoy siento que estoy más grave que nunca desde que empezó todo esto. No puedo dejar de pensar en él. Quiero escribirle pero temo que no me responda. 

No soporto su rechazo. 

Le escribo. Estoy descontrolada. Capaz me tiene que venir.

“Ey, hoy hablé con Nestor y me mandó un print de pantalla de la revista online donde salió tu laburo. Te felicito, es genial”

Me arrepiento de decirle “Es genial” Es una expresión muy pelotuda.

No me responde. 

Pasa un día entero y sigue sin responder. 

Dos días y sigue sin responder. 

Tampoco aparece visto el mensaje.

Le debe haber llegado mi notificación y le chupó un huevo.


Sueño de nuevo con él. 

Está de viaje pero vuelve y me lo cruzo por la calle. 

En el sueño Humberto se parece a David Bowie en el 2000, lo veo por la calle y me llama por el apellido. 

Me doy vuelta para saludarlo y le digo:

“Ey ¿cuándo volviste?” 

“Hoy” 

¿Qué onda? volvió hoy pero no me mandó ningún mensaje y yo que venía pensando que seguro si volvía me mensajeaba. 

Se le acerca una mina y le toca la boca. Miro a la mina y me doy cuenta de todo. Humberto tiene otra amante. 

Me pongo histérica. Me quiero morir pero a la vez siento que es lícito que cambie de amante y que yo no puedo decirle nada. 

Es libre. O sea no es libre por su mujer, pero por mi parte sí.

Y yo no puedo decirle nada porque no soy la dueña de su no-libertad, la dueña de su no-libertad es la mujer.

Ahí me doy cuenta de que perdí el celular. 

Busco la billetera para ver si voy a un locutorio a hablar por teléfono y tampoco tengo la billetera. ¿O sea que me robaron? 

Quiero sentarme en un bar a tomar algo, para relajarme, pero no tengo plata. 

Me quedo sin plata y sin celular. 

Miro en frente y me doy cuenta de que ya no estoy más en Buenos Aires. 

Estoy en París. 

Entonces Humberto estaba en París ¿no en Buenos Aires?

Y yo sin plata en París. 


Me despierto y pienso todo el día en él.

Son las 6, miro el celular y tengo una notificación. Humberto comentó una foto mía en instagram. AYYYYYYYYYYYYY.

HUMBERTO COMENTÓ UNA FOTO MÍA. ESTÁ LOCO, LO VA A VER SU  MUJER. ¿No es más facil responder mi mensaje y listo?

Me suben todos los calores, voy rápido a la foto y es justo una foto de un auto antiguo que vi en San Telmo.

“Qué bien ese auto, por suerte en breve estaré por Buenos Aires”