Roommates - 3. Capaz es un Rolando

 



#Roommates - Fragmento

.

Que piense lo que quiera de mí. Que piense que soy una densa, o que gusto mucho de él, me chupa un huevo.

 

Voy al Sturbucks del Village y me quedo esperando a que se hagan las 9:30.

Le mando un mensaje a Lola “Hoy me veo con Juan, vamos a ver qué onda”

Lola me responde “¡Boluda! Si querés andá al estudio con él, ¡obvio!”

No le confieso que ya fui.

 

9:20 me llega un mensaje de Juan: “¿En vez de a las 9:30, puede ser a las 10? Vi que la peli empieza 10:15”

No le gusto.

“Dale, tranqui, voy sacando las entradas”

10:08 llega Juan corriendo.

Nos sentamos.

Qué se yo, obviamente el pibe ya me gusta.

No es un Rolando. Tampoco es un winner como Ernesto.

No sé qué es.

Algo extraño tiene. Me angustia un poco la duración de sus silencios, pero por ahí me viene bien para manejar mi verborragia. O me hace peor porque si no habla él TENGO que hablar yo.

Arrancan las publicidades y de golpe: ROLANDO.

Rolando en la pantalla del cine LA CONCHA DE SU MADRE.

Lo miro a Juan de reojo para compararlo con Rolando.

Es lindo.

Es re lindo boluda, seguro tiene un millón de minas a sus pies y está acá con vos, le debés gustar mínimamente.

 

La película es sobre una separación en tono comedia. Pero igual ES UNA SEPARACIÓN.

La protagonista viaja a visitar amigos y se pasan el fin de semana con el novio y los amigos. Se pelean por boludeces y en un momento barajan la posibilidad de separarse. Bah, ella la baraja. Ay, se me estan cayendo las lágrimas. Qué mal, no puedo llorar con este pibe. Ni me conoce, va a pensar que cualquier pelotudez me hace llorar.

Cualquier pelotudez me hace llorar, sobre todo la posible separación de los personajes que no me lo esperaba porque es COMEDIA.

Lloro.

Los protagonistas al final siguen juntos y me da más depresión aún porque ella dice un monólogo recontra neurótico sobre lo difícil que es estar en pareja, con el que me identifico, sólo que en vez de mandarlo a cagar se queda con él. Salva la relación. No se separa.

Ay. ¡¡¡¡¡Yo no pude evitar la separación!!!!

Lloro con congoja.

Qué película del orto.

 

Prenden las luces y Juan me mira.

“Jaa, ¿lloraste boluda?”

“Seee que se yo, soy muy boluda”

 

Salimos.

Me parece que está todo bien, aunque por lo bajo siento algo raro.

Pero no sé bien qué es.

Es lindo.

No me voy a enamorar porque no me conviene enamorarme justo ahora.

 

Llegamos al estudio.

Nos sentamos en el sillón y hablamos.

No sé si hay tensión sexual, pero estoy cómoda y charlando se hacen las 4.

Se me sube a upa el gato de Lola.

Acaricio al gato y charlamos. No sé si estoy hablando mucho, pero si este pibe no avanza voy a tener que seguir hablando. No sé avanzar yo.

 

Ahora son las 6 y media.

Tengo sueño.

¿Y si le hago la estrategia de tirarme en el sillón haciéndome la dormida así entiende que me tiene que dar un beso?

Bostezamos los dos. Sigo hablando y empiezo a recostarme en el sillón con el gato encima que no se quiere mover.

Juan se recuesta y quedamos uno al lado del otro.

No hablés más boluda, dale.

Me callo, acaricio el gato. Juan no habla.

Estoy boca arriba y de golpe Juan me abraza. Ay ¿Me va a dar un beso?

Capaz no. Capaz es un Rolando.

Quedamos abrazados así un rato. Cinco minutos pasan y nada.

Me pongo ansiosa y por la ansiedad no me caliento.

De golpe se me acerca más.

Me da besos en el cuello y en la cara.

Un minuto dándome besos en la cara.

Minuto y medio y de golpe me da un beso.

Chapamos.

 

Pasamos 10 minutos así.

Besa como Rolando, qué peligro. Termino siempre yonkie de los pibes que chapan así.

¿Cogeremos?

 

Ahora son las 9, es re de día.

Me da cosa que llegue Lola y me separo de su cara.

“Che, son las nueve” le digo

“Dale, dale, yo me voy”

Bajamos de la mano. Nos damos un beso en la puerta.

Nos quedamos abrazados.

Che me parece que me gusta EN SERIO la puta madre.